Uno de los primeros detalles es que debes enjuagar bien los vasos en los que vas a servir la cerveza. Es decir, no es sólo que debes servirlo en vasos limpios, sino que estos no deben tener rastros de jabón. Los rastros de lavaplatos provocan reacciones químicas con la cerveza que afectan su sabor y terminan siendo perjudiciales para el estómago porque producen hinchazón.
(Foto principal: by Sal Gh on Unsplash)
Igual si la sirves de un sifón o grifo o de la botella: debes poner el vaso totalmente vertical, y procurar que el líquido que va cayendo en el vaso llegue hasta el fondo. ¿Por qué? Porque con este “golpe” contra el vidrio del vaso se libera el anhídrido carbónico que trae la cerveza y no termina todo en tu estómago.
Hay quien se molesta por tener espuma en su vaso, pero la espuma forma una barrera que impide que el aire oxide el líquido. Si la cerveza se oxida no sólo tendrá un sabor diferente (¡y malo!), sino que te caerá como un plomo en el estómago, causando problemas digestivos. Así que cuando sirvas o te sirvan la cerveza procura que tenga unos dos dedos de espuma.
Si quieres saber si la cerveza ha sido servida en un vaso limpio (sin residuos de jabón) en un bar, revisa que a medida que vayas consumiéndola se forme en las paredes del vaso algo llamado "encaje de Bruselas", que no son más que restos de espuma distribuidos de manera pareja en el vaso. Además, este "encaje" es indicio de la calidad de la cerveza..
2024-09-12T16:48:48Z